Isla de Goree
Llegar a la isla es muy sencillo: desde el puerto de Dakar. En él encontramos una taquilla donde comprar los pasajes, seguramente habrá más gente, no solo extranjeros, sino propios senegaleses ya que esta constituye sin dudas una de las mayores atracciones de la ciudad.
El viaje es muy ameno y con bastante frecuencia, dura unos 20 minutos, se sale del puerto y se desciende en el muelle de la isla que mantiene uno aspecto puramente colonial.
Para tener una referencia de horarios y precios, lo mejor es consultar la página de la Autoridad Portuaria de Dakar.
Una vez en la isla, se verán abordados por decenas de vendedores ambulantes, algo normal, en la isla, se vive del turismo. Hoy es lugar de residencia de artistas, mientras que también existe diversidad de alojamientos de calidad para descansar.
En la zona del muelle hay restaurantes, bares y chiringuitos de artesanías, no se queden con esto, lo interesante es adentrarse en la isla y perderse en ella.
La realidad indica que en la superficie de la isla vive gente, tanto en casas, como en edificios que anteriormente formaron parte de la administración, ya sea, el viejo hospital, los barracones o incluso algunas fabricas y edificios auxiliares.
En su recorrido interior encontrarán coloridas casas de estilo colonial, artistas callejeros ofreciendo sus pinturas en los calzadas empedradas, y vestigios de antigua artillería y edificaciones fortificadas ya que la isla fue desde luego un bastión militar por su ubicación estratégica.
En el punto más alto de la isla, se encuentra el Memorial Almadies en el centro de lo que fué, básicamente, el corazón de la artillería en la isla: Existen fortificaciones modernas, baterías de cañones, pasillos y recintos blindados que interconectan puestos de artillería con vista hacia la costa, y hoy por hoy son ocupados por artistas quienes utilizan esto como vivienda y exponen sus productos para los visitantes.
Exceptuando por el calor, mi sensación en el momento de visitarla fue "esto es como Berlin" ya que se utilizan viejos edificios ocupados para expresiones artísticas. El espíritu es el mismo, pero en África.
Casa de Esclavos
El punto fuerte y por el que es tristemente célebre la isla es por su Casa de Esclavos, ubicada en el centro de la misma, hoy por hoy es un museo cuya entrada se abona en la puerta, con un precio muy asequible por visitarla.Al ingresar lo primero que se ve al frente es la infame "Puerta sin Retorno" que era el lugar por donde las personas eran arrancadas de sus raíces para ser arrojados a la mar a intentar sobrevivir a la penuria del viaje y servir para cosechar riquezas para potencias foráneas en territorios remotos.
Cercada por una escalera a dos aguas, la Puerta sin Retorno impacta con su oscuridad y que contraste con la brillante luz que se deja ver del espacio que ocuparía el enrejado.
En los alrededores hay vestigios de lo que fueron celdas con algunas explicaciones y en la planta superior, un pequeño museo con gráficos, estadísticas con nombres y apellidos de los victimarios, y elementos que se utilizaron para someter a las personas.
Si te fijas solo en el aspecto, el mantenimiento del sitio deja algo que desear, hubiese esperado algo más de información y no solo en francés, pero si recorres cada recinto y te pones en contexto puedes imaginar la aberración de lo que allí ocurrió, y te dan escalofríos.
Si arriban a la isla, la visita al museo, en este caso, si es obligada, por todo lo que implica para la humanidad.
La pequeña isla de 900 metros de largo y 350 de ancho tiene a sus espaldas una trágica historia. En el siguiente link pueden observar en el cuadro el pasa manos que hubo de la isla y quienes fueron los gestores de la aberrante trata de personas y exportación de mano de obra esclava desde África a las colonias.
En lo personal me tomé unos minutos para sentir y pedir de algún modo perdón por todo lo que le han hecho a esta gente. Un genocidio sin igual.
El recorrido por la isla no suele ser completo sin un descanso, en alguno de los bares playeros, parece frívolo decirlo, pero en la isla de esto se vive, y opté por sentarme y dedicar una de mis últimas horas en Senegal mirando el mar, un pelícano que por allí paseaba, comer una dorada del día y tomar una muy suave cerveza local Gazelle que dado su inusual tamaño, sufrió los efectos del caluroso clima y terminó con una temperatura demasiado elevada como para haber disfrutado el último trago.
Todas las fotos AQUI o en el feed de @escepticoobservador
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