Español, pero de Barcelona
Semanas posteriores a mi experiencia futbolística alemana, tuve la oportunidad de visitar España (si, ya se, pronto van a venir mis relatos de esa experiencia!). Días antes de viajar me puse al tanto de los eventos futbolísticos en los puntos de referencia donde haría base, y fué asi que me enteré que aquel equipo al que mi abuelo (pese a ser andalúz) alentaba en sus tiempos de juventud en la ciudad de Barcelona tendría un match de relevancia en su flamante estadio de Cornellá-El Prat, ante el tercero de la liga "más emocionante del mundo" (según palabras de los propios periodistas españoles), el Valencia.
Dada esta oportunidad y la cercanía al estadio traté por mis propios medios de conseguir una entrada, aunque mi deseo de asistir comenzó a decaer cuando me puse al tanto del desorbitante precio de las mismas. Así fué como la prima Mary se encargó de conseguir a través de sus vecinos, de su panadería amiga, una familia de pericos que dispusiera de un carnet libre...Así fué como por esas dos horas de partido fuí adotpado por una familia que conocí ese mismo día, llevado y traido del estadio y compartido la experiencia como uno más a su lado.
La emoción no era menor, siempre había sentido la simpatía por el Espanyol de Barcelona, primero por saber que mi abuelo solía alentarlo, y segundo por la obvia razón que se llama igual que el club de mis amores. Y allí estaba, accediendo al estadio del Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona con mi camiseta del Club Deportivo Español de Buenos Aires, ni que lo hubiese planeado a propósito el momento del viaje.
Acompañado por uno de los hermanos de la familia que me había sumado a sus filas esa noche, nos ubicamos en la cabecera de los "ruidosos", no creo que califique decirles barras porque ya creo que esa palabra identifica otro tipo de mafias. Aqui los ruidosos son los que alientan y vaya si lo hicieron todo el tiempo.
Durante el primer tiempo nos ubicamos en dicha cabecera, rodeado de españoles cantando y alentando, se me puso hasta la piel de gallina cada vez que decían en sus canciones "español" porque sea como sea, sonaba igual que estar en el Estadio España, pese a la inocencia quizás de los cantos ibéricos.
Varios se animaron a saludarme e identificar la camiseta, algunos alegaron haberla querido conseguir por todos los medios y hasta me propusieron cambiarla, pero es imposible, forma parte de mi preciado botin españolista en estos dias. Orgulloso de haberla lucido y saber que la conocían.
El clima era emocionante, el estadio no estaba colmado, pero lucía su año de vida a todo trapo. Los ruidosos alentaban desde un lado, los más pasivos contestaban desde el otro, mientras que en una pequeña porción casi escondidad del estadio se veian algunos valencianos sin poder hacer mucho.
El primer tiempo pasó tranquilo, culminó en cero para ambos, y la alegría de la tribuna se debatía entre alentar a su equipo, denigrar a su rival de turno (eso si se parecía más a nuestras costumbres, pese a la tranquilidad del caso) y disfrutar de la derrota del Barcelona a manos del Inter de Milán una semana atrás.
El segundo tiempo comenzó con otra ubicación, a raz del piso prácticamente, me ubiqué en la tercera fila en uno de los codos y estaba a pasos del campo de juego, con la tranquilidad de saber que si quería me metía a hacer lo que quisiera, sin alambrados, sin fosas, incluso con una puertita que se abria desde dentro.
El juego se fué volviendo chato y el Valencia hizo pesar su supremacía, hizo valer su posición en la tabla y sacó ventaja. Luego, ante la desesperación del Espanyol, aumentó el marcador y cerró el score en un 0 - 2 siendo la segunda derrota sufrida por los Pericos en su estadio desde su inauguración hace un año.
Qué sensaciones me llevo de este estadio? Pequeño, acojedor, moderno, pero eso es lo de menos, aqui lo que me importa es comparar la actitud del público, y estaba claro que aquí no era necesaria la música por los parlantes, ni grandes espectáculos montados para levantarlos, ni la cerveza permanente, aqui la gente respiraba futbol, se notaba, se discute hasta en las calles, en los bares, mucho más latino, mucho más acalorado, se notaba el fuego y el deseo de ganar.
La noche terminó con unas tapas, compartiendo la experiencia con mis familiares, y agradecido por el gesto y la cordialidad de estos "extraños" que se animaron a llevarme!
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